Profundos cambios socioculturales como consecuencia de la presencia de nuevas generaciones como actores económicos, acompañados de nuevas tecnologías como la IA y el Machine Learning, hacen más que necesario un nuevo tipo de liderazgo. De acuerdo con Senge (2010) existen tres disrupciones que han cambiado el mundo tal como lo conocemos, y que definen hoy lo que se ha denominado la nueva era de la colaboración. Estas son: La sociedad del conocimiento, la colaboración y una aceleración del ritmo de cambio.
Un entorno así requiere nuevas perspectivas y una capacidad gerencial fenomenal para afrontar los retos propios de esta era. Según Harari (2018) para sobrevivir y prosperar en un mundo así, se requiere tanto flexibilidad mental como equilibrio emocional, así como aprender a desprenderse de conocimiento y lidiar con lo desconocido. Hoy más que nunca, es claro que el líder empresarial requiere de una mentalidad abierta y clara, adaptable, que guste del aprendizaje y del crecimiento. Sin llegar al fatalismo, se puede afirmar que quienes no integren estas habilidades en su ADN, pueden llevar al fracaso a las compañías que lideran.
De las Hard Skills a las Soft Skills
Durante la segunda mitad del siglo XX, las habilidades duras (o “hard skills”) tales como los estudios académicos o el manejo eficiente de una máquina, captaron la mayor atención de la literatura sobre administración. El conocimiento técnico, sin dejar de ser relevante, ahora debe conjugarse con las habilidades blandas o “soft skills” tales como la inteligencia emocional, la resiliencia, o una correcta gestión del tiempo, entre otros. Un manager excepcional no solo debe conocer todos los aspectos claves de su negocio, sino los de su gente, y estos últimos son líquidos pues están enmarcados en un entorno sociocultural propio de cada era. Para Barahona et al (2011, p. 91) “hoy los líderes deben asumir estas fuerzas y otras que han surgido, dado que las herramientas y técnicas del management tradicional proceden del siglo XX”.
Es por todo esto, que hoy los programas educativos de administración de empresas y Posgrados en Administración (MBA) de vanguardia han tenido que ajustar sus pensum para que la teoría clásica conviva con disciplinas humanistas en donde se enseñan aptitudes claves como la resiliencia, la inteligencia emocional y la importancia del mindset para ser exitoso en un mundo de negocios donde reina la incertidumbre y la competencia a alto nivel. Es bajo esta perspectiva en la que Sierra (2016, p. 114) afirma que “la sociedad cambia y se transforma, el crecimiento económico, científico y tecnológico se convierten en indicadores que invitan a repensar la educación del siglo XXI”.
De acuerdo con un sondeo entre su comunidad de egresados, liderado por la Universidad Eafit de Medellín (Colombia) la capacidad de liderarse a sí mismo, la visión, la empatía y la comunicación asertiva, empatía, entre otras, son parte de las habilidades que necesita el líder de hoy. (Universidad EAFIT, 2019). No deja de sorprender en las respuestas, que el factor “humano” de estas habilidades impera sobre lo técnico, al menos desde la percepción de los encuestados. Sin embargo, hay que resaltar que en ningún momento esto señala que las “hard skills” ya no son importantes. Todo lo contrario, estas ya son un must dentro de cualquier proceso de reclutamiento o headhunting, dando paso a unas “soft skills” que se vuelven el complemento perfecto en el candidato ideal: un futuro gran líder del siglo XXI.
Aprendizaje y desprendimiento
Vivimos inmersos en un mundo saturado de estímulos e información. En ningún momento de la historia había sido más valioso la capacidad de filtrar el contenido al que nos exponemos diariamente. De esta manera, al tener una multiplicidad de fuentes de información para la toma de decisiones, es clave aprender a discernir lo esencial sobre lo superfluo, lo fundamental sobre lo etéreo. Cuando la claridad se convierte en poder, tal como sugiere Harari (2018) es el líder el llamado a no perder de vista el bosque, en medio de las ramas que surgen a cada momento, nublando la visión.
Para Salazar (2020, p. 95) “el aprendizaje es la forma en como una sociedad a nivel agregado o, cualquiera de sus partes, acumula conocimiento. De esta manera, el manager debe vigilar continuamente su entorno para definir cuál es ese conocimiento necesario que está faltando, y cuáles son las capacidades que la organización debe integrar para mantenerse competitiva.
De igual manera, para dar paso a ese nuevo discernimiento, en muchas ocasiones es necesario desprenderse de la información que haya perdido vigencia, y de otros paradigmas que puedan estar frenando el desarrollo de la empresa. Si se mira con atención, una organización en nuestros días debe adoptar el comportamiento de un organismo vivo (quizás el mejor apelativo es el de “una esponja”) que absorbe la información nueva para alimentarse y desecha la innecesaria para subsistir. Es la ley del más fuerte en la biósfera (para el caso de la esponja) y en la econósfera (para el caso de una empresa).
Aprender y desaprender son dos caras de la misma moneda, y ambos son procesos que requieren un mindset particular del individuo: escuchar el entorno, analizar y proponer es un juego de ensayo y error en donde es necesario contar con un espíritu explorador y resiliente. De acuerdo con Barahona et al (2011) es bueno que los líderes se equivoquen al implementar un nuevo modelo de gestión y aprendan de sus errores. Al fin y al cabo, un líder es un ser humano con emociones, sueños y miedos; aceptar esta humanidad y sacar lo mejor de ella es un primer paso en el camino correcto.
Los roles del nuevo CEO
En esencia, la principal función de un líder empresarial o CEO es llevar a la compañía a cumplir su misión, y tomar decisiones sostenibles que permitan que la organización siga existiendo en el futuro. Según Salazar (2020, p. 212) “el trabajo de un CEO es construir la organización del futuro que todavía no existe, desde la organización del presente, que existe y cuyas presiones, premuras y dificultades le toca además administrar”. Esto le da una investidura de visionario al líder, quien tiene una responsabilidad prospectiva de velar por el futuro de la compañía, con decisiones que se toman en el presente.
Para Salazar (2020) tres autores redefinieron el valor del CEO en los años recientes: Galbraith, como un decision shaper más que un decision maker; Collins, como un relojero más que un averiguador de la hora; y Drucker, como un constructor de organización. Es interesante además de apasionante visualizar el nuevo líder como un forjador de decisiones o un relojero, pues en ambos casos, no es quien hace un trabajo excelente, sino más bien quien genera las condiciones en su entorno para que el trabajo se haga de manera excelente.
Hay una metáfora compartida por Peter Senge en su genial libro “La Quinta Disciplina: cómo impulsar el aprendizaje en la organización inteligente”, que resulta pertinente para ilustrar tal vez el rol más importante del nuevo líder en el Siglo XXI, al menos desde la visión del autor. Este rol es el del líder como diseñador:
Imagine usted que su organización es un buque, y que usted es el “líder”. ¿Qué función cumple usted?
He formulado esta pregunta a muchos grupos de managers. La respuesta más común, naturalmente, es “el capitán”. Otros responden “El navegante, que fija el curso”, “El jefe de máquinas, que alimenta el fuego para dar energía”, “El director social, cerciorándose de que todos están enlistados, involucrados, comunicados”. Aunque todos estos roles son legítimos, hay uno cuya importancia eclipsa la de los demás. Aun así, pocos piensan en él.
Este papel descuidado es el de diseñador del buque. Nadie tiene influencia más grande que el diseñador. ¿De qué le sirve al capitán decir “Virar treinta grados a estribor” si el diseñador construyó un timón que sólo vira a babor, o que tarda seis horas en virar a estribor? Es infructuoso ser líder de una organización que está mal diseñada. ¿No es interesante que tan pocos directivos recuerden al diseñador del buque cuando piensan en el rol de líder? (Senge, 2010, p. 420).
A través de este documento se ha descrito como ha evolucionado el rol del liderazgo para afrontar los diferentes retos empresariales propios del siglo XXI. Esta transformación debe ser entendida como un diálogo permanente entre el individuo y su entorno, y lejos de ser una declaración, busca propiciar una reflexión seria sobre la importancia de mantener una mentalidad abierta al cambio, adaptable y con visión prospectiva.
Fuente Imagen: @MarandaP en Pixabay.
Referencias Bibliográficas
Barahona, H. et al (2011). Los líderes en el siglo XXI. Revista Entramado Universidad Libre. Cali, Vol 7, n° 2, p. 86-97. Disponible el 25 de octubre de 2023, de http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1900-38032011000200006
Harari, Y. (2018). 21 lecciones para el Siglo XXI (Edición en formato digital). Barcelona: Penguin Random House Grupo Editorial España.
Salazar, A. (2020). La estrategia emergente y la muerte del plan estratégico (1ª ed.). Bogotá: Marula Libros.
Senge, P. (2010) La Quinta disciplina: cómo impulsar el aprendizaje en la organización inteligente (2a ed). Buenos Aires: Granica.
Sierra, G. (2016). Liderazgo educativo en el siglo XXI, desde la perspectiva del emprendimiento sostenible. Revista Escuela de Administración de negocios. Universidad EAN. Bogotá, n° 81, julio-diciembre, p. 111-128. Disponible el 23 de octubre de 2023, de http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0120-81602016000200007
Universidad EAFIT (2019) El líder del siglo XXI es un inspirador de vidas y movilizador de cambio Disponible en https://www.eafit.edu.co/noticias/egresados/2019/el-lider-del-siglo-xxi-es-un-inspirador-de-vidas-y-movilizador-de-cambio Consultado el 24 de octubre de 2023.
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